La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Rubén Darío

En aquel tiempo yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Juan Carlos Mestre

En esos momentos de encuentro
entre la luna que sale y el sol que entra
las rojas libélulas.
Haiku

~Yo escribo lírica con sonrisas, en prosa.~
Tempus fugit. Carpe Diem








sábado, 2 de octubre de 2010

Reflexiones soñadas

Ideas perfectamente ordenadas, como una tarde disuelta en un café. Tan claras que casi puedes tocarlas. 
Pero duermes.

Tuve que dormir para sentarme a mi lado y decirme todo aquello que no fui capaz de pensar mientras estaba despierta.
Intenté buscar las respuestas en el más allá. Ya que por aquí no aparecían. Y las encontré. Parcialmente...

"En el amor, llega un momento en el que hay que superar la emoción del principio y a partir de entonces, mantener constante el ritmo cardíaco más relajado. Hay personas que no saben adaptarse..."
Maldito profesor de matemáticas... quién te mandaba enseñar más de lo que te obliga tu materia...


Y me hizo pensar.
¿Fue él quién no supo aceptar la llegada de ese momento y dio el amor por perdido?
¿Fui yo la que quiso mantenerlo y le seguí pidiendo más y más amor aún habiendo llegado el momento de relajar? ¿Lo agobié?
¿Se cansó?


¿Qué mierda pasó?


"En la vida escogemos a las personas según cumplan o no una condición: deben ser felices. Sólo las personas felices pueden ser elegidas."


Yo daba más de lo que él necesitaba.
Él daba menos de lo que yo requería.
Yo entristecí. Él entristeció. Y ya ninguno de los dos cumplió la condición.
La diferencia es que él no creyó en nada y yo creí en que una planta marchita se puede revivir con agua. A pesar de todo... mis lágrimas no sirvieron de nada. Esa planta no se alimenta de ese agua... Le va mejor el agua de sonrisas... Y yo de eso ya no tenía.


Y aún llegué más allá.
Si las cosas hubieran sido de otro modo, puede que Aquel muchacho hubiera sido feliz. Y entonces puede que hubiera aceptado la linda semilla que me ofrecieron. Sabía que podría llegar a ser una flor muy bella... Pero me volví perezosa y abandoné la regadera...


Si las cosas hubieran sido de otro modo... ¿De qué modo? No lo sé. Piensa. Me da pereza. Hazlo. ¿De qué serviría?si ya no se puede cambiar. Para no volver a repetir el mismo error en otro momento.


-Hoy ya he pensado demasiado. No quiero seguir hablando del tema.
-Entonces, despierta.
Y desperté.


Un ligero sabor a sangre en la boca. ¿Mis mejillas? El desierto. Ni rastro de una sola lágrima. Y tampoco de flores.
Hablar conmigo sin poder llorar. Como un riachuelo seco en el desierto.


Y entonces volví a dejar que morfeo me secuestrara. Porque en esa ocasión su abrazo me agobió tanto que tuve que salir de su mundo. Sin embargo... también es verdad que ofrece otras lindas cosas...
Pero todo esto a Morfeo le da igual. Sabe que caeré irremediablemente en su abrazo noche tras noche.



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Sólo cuando me abrazaron sentí la necesidad de llorar todo aquello que no lloré esa noche.
A pesar de todo, no lo hice.


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